Incentivo
En los primeros días de Marzo de 2005, Laura y yo nos mudamos a un departamento. Ella estaba tomando una clase, y tenía como 3 trabajos diferentes, de tal manera que todos los días tenía algún compromiso. Yo seguía desempleado y con muy poco capital a mi nombre.
Durante un par de semanas me estuve paseando por el centro de la ciudad, entrando a todo edificio de oficinas que veía, y buscando en sus directorios cualquier nombre que sonara a negocio tecnológico. Hubo dos o tres compañías que sí me recibieron amablemente y confesaron que efectivamente estaban buscando desarrolladores
web; yo les pasaba mi currículum y seguía mi camino.
Y un par de semanas se convirtieron en un mes, y luego en dos. Y yo seguía igual. Y Laura seguía igual. Mis padres afortunadamente me seguían apoyando entonces (y hasta la fecha), así que con eso pagábamos renta, y lo que Laura ganaba se nos iba en los demás gastos asociados con vivir.
Ya para Mayo, naturalmente estaba un poco desesperado, pero necesitaba enfocarme primero a la cuestión de mi visa. Como al entrar a Canadá por Vancouver no recibí el sello en mi pasaporte, y sospechando que mi status no era del todo favorable, ya me andaba por alterar las condiciones de mi visita a Canadá. Total, para entonces Matt MacKenzie (un amigo de Laura) y yo ya eramos buenos amigos, tanto así que acordamos que su papá, Ian MacKenzie (muy escoceses los nombres de toda su familia), me daría una carta de oferta de trabajo. Si todo salía bien, esa carta me daría por lo menos permiso para quedarme en el país por un año más, con suerte hasta permiso para trabajar donde me diera la gana. Si todo salía mal, visitaría mi querido México más pronto de lo esperado.
Mientras se acercaba la fecha de mi visita a la frontera, Laura y yo descubrimos que definitivamente no queríamos separarnos por mucho tiempo, y si yo regresaba a México, quién sabe si regresaría. Así pues, decidimos darnos un excelente incentivo para reunirnos en caso de separación: nos casamos.
Fue una ceremonia muy breve, en un parque. Después de la cermonia nos fuimos todos a comer, y luego a jugar billar. El número total de amigos involucrados en todo esto fue siete, pero nunca estuvieron todos juntos.
Así, conocí a Laura Raboud el 30 de Septiembre de 2004, empezamos a salir (amigablemente) a finales de Octubre, nos volvimos buenos amigos a finales de Noviembre, empezamos a vivir juntos los primeros días de Marzo de 2005, y nos casamos el 5 de Junio del mismo año.
Y fuímos a Coutts, Alberta, a sacar mi permiso de trabajo el 7.
En retrospectiva, no tengo ni la menor idea de cómo le hice para aguantar tantisísimo tiempo sin trabajar. No sé cómo se puede pasar tanto y tanto tiempo sin hacer nada. Gracias a los Pagüers Dat Bi
(sin ofender a nadie) ahora trabajo 7.25 horas de Lunes a Viernes en algo fácil, remunerativo, y que por lo menos hasta ahora me ha parecido agradable; y me queda suficiente tiempo para dedicárselo a Laura y a mí mismo, como ésta tipo bitácora lo demuestra.
Laura ya no trabaja, exceptuando algún turno perdido por ahí en Pharo's Pizza (el mejor restaurante de pizzas de Edmonton), sino que está tomando cinco clases, y le está yendo bastante bien. También acaba de terminar de ser Miranda en
La Tempestad de Shakespeare, la que será seguramente su última obra de teatro... hasta que nazca el bebé, por supuesto.
David Guy Raboud
(En inglés se diría "Deivid Gai Rabú", pero estoy seguro que la intención de su madre francesa era que sonara "David Gui Rabú".)Tristemente, jamás conocí al papá de Laura. Sin embargo he tenido la oportunidad de saber muchas cosas acerca de su vida, especialmente en una celebración que hicieron para él su familia y amigos el 19 de Febrero de 2004.
Ese evento estuvo muy interesante, participaron en él alrededor de 200 personas entre familiares y amigos, compañeros de trabajo (Eastglen High School), compañeros del equipo de fútbol americano, compañeros de karate, y amigos artistas. Nomás tratando de conectar a toda esta gente con el papá de Laura se puede aprender mucho acerca de él. Lo más padre fue que nadie me explicó ni me resumió nada, sino que yo fui acomodando las piezas según la información que se me iba presentando.
La cosa estuvo como sigue, donde "la cosa" es, por supuesto, la celebración: Se rentó un salón de eventos con capacidad calculada (por mí, mudialmente famoso por no saber calcular ese tipo de cosas) de unas 400 almas, con todo y sus cuerpos (la capacidad sin cuerpos se supone infinita). Se invitó a familiares, amigos, compañeros de trabajo y compañeros de
hobbies del celebrado, así como a algunos amigos de la misma familia (en esa categoría entré yo). Ciertos grupos de éstas gentes fueron responsables de llevar comida, otros las bebidas (los compañeros de futbol americano, prominentemente), otros el equipo técnico para el entretenimiento, otros la decoración, etcétera. Y lo más importante de la celebración fue el entretenimiento, que estuvo formado por todos y cada uno de los grupos.
Hubo números de ópera y de comedias músicales, hubo concursos de tomar cerveza, hubo demostraciones de karate (con y sin armas), y mis favoritos: un número de danza interpretativa acerca de andar en barco (con la canción
Sailing de Christopher Cross) realizado por una pareja... de hombres; y unas no breves palabras dichas por uno de los mejores amigos del papá de Laura, con varias divertidas anécdotas de cuando eran niños.
En resumen, lo que sé de David Raboud es que era un gran tipo que gustaba de divertirse con niños (los propios así como ajenos), y adultos (en karate o futbol americano). Que fué salvavidas en alguna playa en algún lago Albertense (donde conoció a su esposa), y un excelente maestro de prepa, enseñando computación, matemáticas, natación, volibol y futbol americano. Que disfrutaba de la carpintería, la jardinería, la cocina y el hacer kilos y kilos de galletas en navidad. Que gracias a Jan, su esposa, tuvo contacto con muchas producciones teatrales y operísticas, generalmente armando/construyendo cosas. En fin, que hubiera sido un placer conocerlo.
Laura sueña con él muy seguido. Son buenos sueños, donde están los dos en algún lugar, simplemente mirándose.